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Mi amor por los perros y el adiestramiento comienza en mi temprana infancia a modo de una intensa curiosidad. Fue relativamente indirecta la forma en que se generó esta curiosidad puesto que no teníamos perro en casa. Por un lado, mi condición de hijo único me impulsó a pedirles a mis viejos un perro con relativa frecuencia. Pero a pesar de mis pedidos, era una realidad que todavía no se encontraban en condiciones para sumar un nuevo integrante a la familia. A cambio y con la intención de “calmar” mi insistencia, no tuvieron mejor idea que comprarme un libro sobre el adiestramiento del perro ovejero alemán. El argumento fue “comenzamos por el libro” y luego seguiremos con el perro. 

Lejos de calmarme, mi entusiasmo se incrementó exponencialmente. No veía la hora de hacer realidad aquello que imaginaba y veía a partir de las páginas del libro. 

Mi tía y mi tío, conociendo la situación y habiendo decidido la adquisición de un perro para ellos, se pusieron de acuerdo un domingo para preguntarme si tenía ganas de acompañarlos a elegir uno. Todavía tengo imágenes de aquella cachorrita de caniche seguirme mucho más que sus hermanos y hermanas. ¡Quiero esta… les dije a mis tíos! Y así fue. Les pedí a mis viejos quedarme un tiempito en lo de mis tíos, y así fue como pasé dos semanas prestándole mucha más atención a Samy, que a cualquier otra cosa. Al cabo de estas dos semanas, al volver a casa, y como en una especie de efecto de contraste, la ausencia de un perro se hizo más patente. Mi entusiasmo se seguía incrementando y terminé armando una gran película en mi cabeza que nunca se hacía realidad. Mostraba más interés por ese libro que por cualquier otra historieta infantil de la época. Aunque no podía leerlo en ese momento, dados mis escasos 5 años, miraba las fotos y le pedía a mi vieja que me lo leyera cada vez que podía. Todavía conservo aquel libro de 1973 (aunque ahora sin tapa) de Héctor Tocagni, un reconocido adiestrador de la época. 

Y fue en este momento, en esa mezcla de entusiasmo y ansiedad, que han surgido algunas de las frases que quedaron como historia en mi familia. Tanto pasó a ser el perro el eje de mi vida, que mi vieja un día terminó diciéndole a mi viejo “hagamos como sea para traer un perro porque este chico se va a enfermar”.  ¡Jajaja! Sin que yo tuviera la menor idea de ningún preparativo, a mis 6 años y medio, una tarde me dejaron en la casa de mi mejor amigo de la infancia y, a la noche, me pasaron a buscar para regresar. En el momento del ingreso habitual a mi casa me encuentro con algo que captó todos mis sentidos: ¿¡¿un perro diminuto?!? Tanto había soñado con ese momento y me sentía tan sorprendido, que no supe exactamente qué era lo que estaba ocurriendo. Por un lado, veía un perrito, pero, por otro lado, recordaba los perros grandes que veía en las fotos del libro y tuve miedo de que no fuera real. Quizá es de juguete…pensé…Esta extraña mezcla de duda y ansiedad me llevó a preguntar si era un perro, si era de verdad y si lo tendría todos los días. Como si no quisiera estallar de alegría hasta no contar con datos ciertos…Estas preguntas quedaron como anécdota en mi familia. Cuando mis viejos me respondieron contentos y seguros “¡Si! ¡Es una perrita! ¡Y es de verdad! ¡Y la vas a tener todos los días!, ahí exploté de alegría, no podía creer lo que estaba pasando, había llegado ese momento que tanto soñé y tanto se hizo esperar. Todavía tengo aquellas imágenes a pesar del tiempo transcurrido. Recuerdo en qué parte de la casa yo estaba y en qué parte estaba la cachorra. Fue hermoso criarme con “Diana”, una mestiza de ovejera alemán con un carácter encantador. Y efectivamente, Diana me acompaño, “todos los días” hasta mis 19 años. 

Aproximadamente un año y medio después de su partida, me encuentro con una hermosa cachorrada de ovejeros alemanes en la casa de Jorge, uno de mis mejores amigos de la adolescencia que todavía mantengo. Si querés un cachorro te lo regalo, me dijo. De inmediato fui a buscar el ok de mis viejos, lo cual no fue nada difícil porque siempre vivieron con perros y se entusiasmaron con el proyecto. Hay que aclarar, aunque habían dicho varias veces que no volverían a tener otro perro porque es muy dolorosa la partida. En medio de esa mezcla que se definió en favor del SI, llegó Mora a nuestra familia. Y dado que yo ya era más grande, insistí para que esta perra fuera adiestrada. Algo que con Diana no había ocurrido “oficialmente”. Aproximadamente a los 6 meses, comenzó a trabajar una adiestradora dos veces por semana. Corría el año 91´. En el inicio nos pidió salir sola con Mora, aclarándonos que nos estaría avisando cuando podamos sumarnos a las clases. Pero este momento no llegó. Antes de terminar el primer mes de adiestramiento, dejó de venir y abandonó su trabajo. Mora había quedado sin adiestradora. En ese momento, se estaba definiendo mi futuro como futbolista, ya que venía jugando desde los 8 años en las categorías infantiles e inferiores de River Plate. Al mismo tiempo estudiaba Ciencias Económicas. El resultado de esta doble actividad era mi falta de tiempo para tener un trabajo efectivo que me aportara algo de dinero. Y obviamente ya me encontraba en una edad en la cual tenía ganas de generar mis propios recursos económicos. Fue bajo este contexto que mi viejo, averiguando nuevo adiestrador para Mora, encontró el único curso de la época en el cual te enseñaban a adiestrar a tu perro. Así fue como ingresé a este curso de adiestramiento dirigido por Nicolás Vignati y Juan Busquets como ayudante, ambos socios del Club de Criadores del Perro Ovejero Alemán (POA). 

Todas las fichas parecían acomodarse, porque a mi temprana historia de amor hacia los perros y el adiestramiento, se sumaba mi presente de aquel momento en el cual mis ganas de trabajar eran muchas. Y aunque no sabía nada de adiestramiento, pude anticipar que, aun con poca disponibilidad de tiempo, estaba frente a un tipo de trabajo que me permitiría acomodar los horarios a mis posibilidades. Todo este contexto, tanto mi historia infantil como la realidad de mi adolescencia que se sumaba, fue el caldo de cultivo para que encontrara en el adiestramiento canino un proyecto laboral que me entusiasmaba y mucho. El adiestramiento canino me permitiría, “todo al mismo tiempo”, comenzar a trabajar con una libertad horaria significativa, reeditar aquel entusiasmo por los perros y el adiestramiento, y por último continuar con la carrera de contador público y el fútbol, que eran mis actividades de aquel momento. 

Al año siguiente de finalizar este curso de 6 meses de duración, Nicolás Vignati me propuso formar parte de la fundación de una agrupación de adiestramiento perteneciente a POA: la Agrupación Agronomía. Guau…para mí se había abierto una puerta gigante. Me asocié a POA y, de esta manera, ingresé “oficialmente” al mundo del adiestramiento. Y obviamente, no me detuve con Mora, ya que continué su adiestramiento guiado principalmente por Juan Busquets. 

En 1992 logré el primer puesto en un promocional de obediencia, lo cual fue tocar el cielo con las manos. Todavía guardo de Mora un hermoso recuerdo y un emotivo video, también del año 92 que, a pesar de su mal estado y a pesar de las insistencias de Andy, mi diseñador web, se encuentra en este sitio. Claro, Andy no sabía nada de esta historia y no paraba de decirme “Gustavo este video es un desastre visual, no podemos poner esto”. Pero, aun así, te invito a que lo visites en este sitio, porque si leíste hasta acá, dudo que te afecte demasiado su mala imagen. Las rayas del VHS no han podido borrar el tremendo vínculo que nos unía. 

Como se verá, el nacimiento de mi proyecto laboral vino a saciar mi histórico deseo de estar con perros. En este sentido, elegí un trabajo que funcionó en parte como la excusa para vivir con perros. Pero junto con el proyecto laboral, también nació el deseo de brindar un servicio de calidad, tanto para los perros como para las personas. Pero para esto, estaba más que claro que, aunque sobraba entusiasmo, faltaban muchísimos recursos. Estaba rondando el año 92´…93´ y yo era apenas un principiante que venía ofreciendo mi servicio de adiestramiento mediante clases a domicilio, con mi correa en bandolera y viajando en transporte público. Hablar de escuela canina con espacio físico sonaba bastante ambicioso. La ayuda de mis viejos existía y la agradeceré siempre, pero era limitada. Desde mis comienzos, supe que era necesario desarrollar una política de crecimiento y mejora permanente para alcanzar mis objetivos. Como ingrediente adicional, poco se sabía de los caminos serios para formarse en el área. Así fue como se impuso un cambio importante en mi vida que se vino gestando durante estos años.  Aunque no fue fácil tomar la decisión, abandoné mis estudios en la facultad de ciencias económicas, a pesar de estar cursando el cuarto año, con 28 materias aprobadas. Sin pérdida de tiempo, me inscribí para cursar el ingreso para la carrera de psicología en la Universidad de Buenos Aires. Sólo 3 materias me reconocieron de la carrera anterior. Las demás materias las perdí, aunque en algún sentido, todos sabemos que nada se pierde. Ya en la Facultad de Psicología de la UBA, la elección de materias electivas de orientación conductual me aportó invalorables herramientas teóricas, ya que comencé a aproximarme a los principios del aprendizaje animal y humano. 

En 1993, a partir de unos modestos ahorros y algo de ayuda de mis viejos, logré instalarme físicamente en Tortuguitas, en un pequeño terreno de 500 metros cuadrados. 

Así nacía Escuela Canina GB. A partir del 93´, entonces, comencé a ofrecer también servicio de alojamiento. La confianza que se iba generando con mis clientes de adiestramiento a domicilio, muchas veces favorecía que también me dejaran sus perros al viajar por vacaciones o trabajo. 

En este contexto inicial comencé a proyectar hacia dónde orientaría el crecimiento. En 1995 se pone en venta el terreno lindero y logro comprarlo. La escuela se amplía. Ahora disponía de 800 metros cuadrados. Y paralelamente, se mantuvo mi esfuerzo por formarme en el área, tanto teórica como técnicamente.

En el año 2001 logro mudarme a Loma Verde, donde Escuela Canina GB funciona actualmente en un terreno de 4000 metros cuadrados, con habilitación otorgada por la municipalidad de Escobar. Adicionalmente en estos años, mi participación en seminarios dictados por adiestradores reconocidos mundialmente, más una cantidad creciente de clientes en el ámbito del adiestramiento doméstico, me han permitido mejorar los aspectos prácticos y técnicos de nuestro trabajo. En relación con los seminarios tomados con referentes mundiales del adiestramiento, no puedo pasar por alto a Juan Messina, responsable de haber hecho el esfuerzo para posibilitarle a muchísimos adiestradores argentinos y latinoamericanos formarnos en el área con los más grandes referentes del adiestramiento mundial. Recordemos, además, que se trataba de una época en la cual internet no tenía el desarrollo actual. De esta manera, ha ido avanzando mi aprendizaje, siempre con la intención de integrar la práctica con la teoría. A esta altura, dos lesiones importantes me habían alejado del fútbol y ya me había recibido de licenciado en psicología. Prioricé entonces, mis estudios de posgrado con la intención de profundizar en las áreas que más me interesaban. Así fue como pasé por cursos de posgrado en CETECIC, APDA y Fundación Foro.

A lo largo de los años, algunos trabajos han quedado fuertemente grabados en mi memoria. Obviamente siempre recordaré a Diana como “mi hermana de la infancia”, y a Mora como mi primera perra adiestrada. También recordaré el adiestramiento de Ewok van Larenhei, campeón argentino de Schutzhund 3 en el 2010, y mi querido “Tango”, con quien logré ubicarme como mejor rastro sudamericano entre 15 participantes, en el año 2005. También recordaré por siempre a Matilda del geriátrico Las Acacias, y a Mila, la compañera inseparable de Arnold, un cliente con quien me unió un fuerte vínculo y que, tristemente, terminó siendo superado por una severa epilepsia refractaria. Ambas labradoras, sorprendían con una increíble capacidad para comunicar y vincularse con las personas. Hermosos recuerdos, hermosos trabajos, hermosos vínculos.

En el año 2012 y gracias a la Doctora Mariana Bentosela, con quien he colaborado en su proyecto de investigación sobre el aprendizaje en canidos (ICOC), construyo y pongo en marcha el primer curso sobre adiestramiento y modificación de la conducta avalado por la Asociación Argentina de Ciencias del Comportamiento.

A lo largo de los años he ido integrando, como suele ocurrir, intervenciones tomadas de otros adiestradores que han funcionado como modelos de referencia, con perspectivas personales que, en alguna medida se diferenciaban de las tendencias predominantes. De esta manera, se fue perfilando un estilo propio de abordar la enseñanza de los perros en la vida cotidiana. 

En el año 2018 comienzo a cerrar conceptual y técnicamente un nuevo modelo educativo orientado a la convivencia entre perros y personas. Bajo la marca Adiestramiento Analítico Funcional (Adiestramiento AF) nace este nuevo enfoque y comienzo a pensar formas de divulgación. Con esta intención, actualicé el contenido de los cursos que venía ofreciendo, comencé a escribir un libro a modo de presentación del modelo, y sumé a la formación el formato a distancia.

No me gustaría cerrar este relato autobiográfico, sin referirme mínimamente a las muchas dificultades que se me han cruzado. Algunas de ellas, para qué negarlo, yo mismo las he generado. La carencia de información para formarse en el área de la época en la que comencé, la buena dosis de soledad en la que me encontré a lo largo del camino, la poca “habilidad empresarial” que me caracteriza, más la economía argentina que no suele funcionar como tierra fértil para facilitar el crecimiento de muchos emprendimientos, han funcionado como palos en la rueda, como viento en contra durante todo mi recorrido. Más allá de esto, todavía queda mucho camino por recorrer. Y por esto, sigo firme con mi propósito de combinar mi progreso personal con mi aporte al campo de la educación canina. 

Por todo esto, hoy, de cara al futuro, me encuentro enfocado en la optimización de la formación que ofrezco. Creo que, finalmente, esta es la semillita que terminaré dejando. Y estoy convencido que esta optimización, como siempre, se facilitará si me sigo pensando como alumno. Por esto, en el 2021 comencé a cursar el Máster en Análisis Funcional del Comportamiento en Savecc (España), mientras continúo en contacto diario con decenas de perros y clientes, repensando el modelo de Adiestramiento AF. 

Esta es buena parte de mi historia…de mi vida presente…y de mi proyección a futuro… 

¡Gracias por leer! 

Gustavo Gabriel Bianco
Director de Escuela Canina GB

Video Iniciativa 1992, en el que Gustavo Bianco presenta a su perra Mora adiestrada en obediencia avanzada.

El ciclo Iniciativa se transmitió en ese año por un canal de cable de la localidad de Pilar.